Declarar tu amor en Twitter contamina. Menos  si publicas un corazón o encadenas dos tercetos; algo más si decides agasajar con una colección de emojis, una fotografía o un gif. Individualmente la agresión a la atmósfera no es muy importante, pero, ¿qué sucede cuando un san Valentín cualquiera se publican más de 68.300 tuits santificando el enamoramiento?

El 14 de febrero de 2019 supimos, gracias a la ingeniera informática Coral Calero, que aquello de Love is in the air ha quedado muy atrás. Ahora, llenamos el aire de pequeñas emisiones procedentes del software, particularmente del vinculado a internet, los dispositivos móviles, los centros de datos y las redes sociales.

Aunque a menudo no reparemos, cada programa informático basado en un algoritmo se ejecuta solo porque el hadware que lo soporta está conectado a una red o a una batería y, en consecuencia, consume electricidad y emite dióxido de carbono a la atmósfera. Una búsqueda en Google genera entre 0,2 y 7 gramos. No parece demasiado, pero contextualicemos…

El 57 % de la población mundial tiene acceso a internet y el 45 % opera en alguna red social. En solo un minuto, se producen 38 millones de mensajes de Whatsapp, 266.000 horas vistas en Netflix, 973.000 accesos a Facebook, 481 millones de tuits y más de un millón de contactos en Tinder. Al poner en contexto esas pequeñas emisiones individuales, teniendo en cuenta cuántos somos y todas las combinaciones posibles encontramos que, por ejemplo, en 2018 emitimos 110 toneladas de dióxido de carbono por día a la atmósfera con origen en los 5,5 billones de búsquedas diarias hechas en la red.

El grupo de investigación al que Coral Calero pertenece en la Universidad de Castilla-La Mancha partió de esta contabilidad para empezar a trabajar en la sostenibilidad del software. Al menos seis de los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU están alineados con la capacidad investigadora de este grupo, que ya dispone de un dispositivo (EET) capaz de ofrecer datos reales de consumo.

Uno de sus primeros resultados, a menos a día de hoy, es que la combinación Firefox+Ecosia (un buscador que, además, afirma que planta árboles por cada búsqueda realizada) es mucho más eficiente que la pareja Google Chrome+Google. La diferencia es pequeña, pero una vez más se impone el contexto. Multiplicando por todos los usuarios, en un minuto de búsqueda se ahorra lo mismo que consume un Tesla para recorrer 3.700 km. o lo equivalente al gasto energético de 10.000 hogares.

En este maridaje cuántico entre informática, sostenibilidad y san Valentín, Calero concluyó su charla llamando a optimizar el uso de la paleta de emojis en aras de la eficiencia. Ante la insatisfacción, mejor 280 caracteres de texto que una foto, aunque uno “puede permitirse un gif igual que un trozo de chocolate”.

Ahí están los ingenieros informáticos de la Escuela Superior de Informática de Ciudad Real, una suerte de guardianes de la noche reconvertidos en Green Team que mide cosas, vela por la sostenibilidad y advierte: “El software es un facilitador, está ahí para utilizarlo. Pero también es un gran consumidor de energía. No debéis dejar de usarlo, cuando os den a elegir entre este y otro que consuma menos… será vuestro momento”.