Piscolabis calentito el servido por Juan José Sanz y Marta Ibáñez para despedir el verano, dar la bienvenida al nuevo curso académico y festejar el Día Internacional del Sexo. Era el 6 del 9 y hablamos de sexo animal en la Terraza de Recaredo, en Toledo.
En un mano a mano de lo más avenido, nuestros chefs reclamaron la atención del respetable sobre cuestiones como el éxito de la reproducción sexual, cuya finalidad, según el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC, «es exclusivamente la reproducción». Una circunstancia rebatida por la sexóloga toledana, al alegar que en los humanos hay otros fines como el placer. La interacción con el público puso de manifiesto que un coito sirve para “intimar”, “socializar” o “resolver conflictos”, hecho que llevó a Ibáñez a denunciar la preponderancia del coitocentrismo y a señalar que a menudo en sus terapias propone a las parejas estar quince días sin coitar. «Y a ver qué pasa…».
La explicación del efecto Coolidge, según el cual el macho puede copular más veces seguidas (disminuyendo el tiempo entre eyaculación y eyaculación) si cambia de pareja sexual mientras que con la misma pareja el intervalo es mayor, dio paso a la dualidad monogamia/poligamia, abriendo el debate y la controversia.
A los postres, ejemplos muy animales. El delfín acosador, la persistencia del hámster dorado en sus 75 cópulas consecutivas, penes bífidos, vaginas dobles, espermatecas, coitos de tres segundos (chimpancés) o de doce horas (serpientes) y, por supuesto, el tamaño del pene. El del percebe, poseedor de un órgano sexual equivalente a 20 veces su tamaño corporal, o el del pato malvasía, que tiene el órgano más grande proporcionalmente a su tamaño y cuyas hembras copulan con varios machos y son capaces de expulsar todo el esperma acumulado hasta elegir quién será el padre de su descendencia.
Nunca tan aprovechada una tarde de sexo.
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