En el mundo hay 17 clases de pingüinos. Seis de ellos viven en la Antártida y dos son exclusivos. Estudiar su dieta, la movilidad de las poblaciones, sus enfermedades y parásitos o sus desplazamientos en busca de comida aporta mucha información sobre el cambio climático. Igual que el hielo antártico, cómo la disminución del espesor de su capa influye en la cantidad de krill disponible para alimentar a los vertebrados que habitan el continente helado.

Cuando allí es verano, los investigadores hacen suyo un territorio consagrado a la ciencia y la paz desde la firma del Tratado Antártico en 1959. Uno de estos expedicionarios, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), vicepresidente de SEO BirdLife y responsable del Plan Polar Español, Andrés Barbosa, sirvió el postre del ciclo Maridajes Cuánticos en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Un colofón de lo más refrescante para un ciclo que se desarrolló entre octubre de 2018 y abril de 2019 y que tendrá continuidad en una tercera edición a partir del próximo otoño.

Barbosa inició su intervención deshaciendo mitos. Los pingüinos y los osos polares solo coexisten en la imaginación y en las publicaciones infantiles. Frente al Ártico, la Antártida es un territorio singular caracterizado, entre otras cosas, porque alberga el 90 % del agua dulce del planeta. También por su aislamiento, porque en invierno dobla su superficie, porque apenas llueve y porque tiene una capa de hielo de 2.400 metros de espesor, además de unos vientos de hasta 300 Km/h. Y además no hay gente, salvo científicos, algunos turistas y militares. La ciudad sueca de Upsala, de idéntica latitud que las bases antárticas, evidencia la magnitud de las alteraciones derivadas de la actividad humana.

Las zonas polares son el motor del clima en el planeta. El hielo alberga el registro de la relación entre el dióxido de carbono y la temperatura a partir del estudio de las burbujas de aire que el transcurso del tiempo ha dejado atrapadas. Por eso, “la investigación en la Antártida es de vital importancia para las decisiones que se están tomando y que van a afectar a nuestro modo de vida”.

También es importante comunicar los resultados. Por eso, Barbosa concluyó su intervención destacando la importancia de divulgar, tanto en acciones de cara al público como a través de los medios de comunicación. Los pingüinos acumulan restos de pesticidas, hay menos krill que hace tres décadas y en Isla Decepción, un volcán activo que acoge la base científica española Gabriel de Castilla, la colonia de pingüino barbijo se ha reducido en un 41 % desde los años 90.

Y en el turno de preguntas, ¿qué hay que hacer para ir a la Antártida? Rotundidad en palabras del experto: “Ser rico y apuntarte a un crucero turístico o estudiar mucho, tener un buen expediente y conseguir una beca”. Colonizar temporalmente el polo sur no está al alcance de cualquiera, pero la ciencia lo hace posible.